UN VIDA SIN EXCUSAS
En el evangelio que Lucas nos presenta en la liturgia de hoy, se nos invita a dejarnos de excusas cuando se trata de Dios, del dolor humano y de la soledad de nuestros mayores. Todos somos invitados a celebrar la vida con gratitud. Sí, aquella que hemos recibido desde la gratuidad, con gestos de ternura y amor. Una vida expresada en sacrificios.
Jesús narra una parábola, donde todos fueron invitados al banquete. Sin embargo, cada uno puso su disculpa para no ir, para no comprometerse. Una boda, los asuntos laborales, indiferencias, faltas de compromiso...
Esta sociedad nos ha empujado a la indiferencia. ¿Cuál será la herencia que dejará a las generaciones futuras? Una sociedad indiferente se autolesiona. Lo que resulta indiferente hoy, en el futuro estará más aumentado. La indiferencia como actitud es como la carcoma de los valores humanos que han sostenido generaciones enteras en la solidaridad y entrega.
En ocasiones ocurre que hay necesidad de salir a las encrucijadas del camino y encontrar en ellas a pobres y lisiados, que nada tienen ya que perder, y ser considerados como los grandes invitados al banquete. Dios no se da por vencido. Lo que unos desprecian otros lo valorarán. De ahí que la invitación al banquete siempre estará presente en nuestro camino para que aceptemos la invitación a su mesa. Es la misma invitación al dialogo eterno que Dios quiere establecer con el hombre. Dios espera a que el hombre en su libertad responde de manera afirmativa a su requerimiento de amor.
Fray Alexis González de León

