Remar mar adentro, es una expresión del evangelio que encontramos en el Evangelio de Lucas 5, 1-11. Es una indicación que Jesús hace a sus discípulos en una situación donde el esfuerzo realizado ha quedado en saco roto.
Con esta expresión, Jesús está queriendo decir que no todo está acabado, aún faltan perspectivas que sopesar. Quizás la inercia, la costumbre nos haya anclado en una forma de hacer las cosas. Es necesario que alguien nos abra la mente y nos indique que hay más posibilidades de las que nosotros hemos barajado.
Es probable que nos hayamos empeñado en hacer las cosas de la misma manera, con la misma perspectiva. No es lo mismo trabajar desde la gratuidad que trabajar pasando factura. Es probable que vivamos pensando que con nuestra sola fuerza será suficiente arribar el bote de la vida. Pero cuando las fuerzas no llegan, alguien nos hará pensar en una perspectiva más profunda: La providencia, dejar actuar a Dios, dejar que las cosas sucedan sin necesidad de mi intervención.
En estos días pensaba si mi situación de salud pueda ser un incoveniente para el trabajo de los frailes, o para que se desarrolle la vida comunitaria con normalidad con la carga que pueda suponer el cuidado de mi persona. Pensaba en ir a una residencia o enfermería donde estaría mejor cuidado. Al mismo tiempo me preguntaba si estaba siendo egoísta con mi empeño en seguir tratando de responder a cada situación con una respuesta práctica e inmediata.
Remar mar adentro en mi situación de fragilidad no sé lo que será, pero una de las cosas sería dejar la vida en manos de Dios, que sea él quien determine hasta dónde llegan mis fuerzas, hasta cuándo estar en casa, por cuánto tiempo. ¿No sería la enfermería o residencia un remar mar adentro fácil y cómodo? Lo que me faltan son las fuerzas del cuerpo, pero tengo una fuerza vital bastante importante, que me ayuda a seguir predicando, abriendo caminos, cosa que perdería si me dejo vencer o agotar con el cambio que supondría la enfermería o la residencia. Temo que mi interior se desmoronaría si tomo esa decisión. Por eso, como no es una decisión que deba tomar de inmediato, lo dejo pendiente en manos de Dios. Ya me hará comprender cuál es el momento.
Fr. Alexis González de León, o.p.