LABORIOSO PERO ILUSIONANTE

Hola amigos:

Aunque aún falta por perfilar algunos detalles de «Un poco de la vida. Un poco de Dios». Creo que es hora de expresarles mi gratitud por la paciencia que han tenido conmigo durante estos meses. Cada día he intentado llevarles y ofrecerles una palabra de aliento. Cada uno sabe el que necesita. 

No quiero caer en lamentos, tampoco en victimismos. Sólo quiero ofrecer en la sencillez de mis posibilidades, algo para nutrir la vida con alegría y esperanza. Cuando la enfermedad se presentó en forma de fragilidad, no quise quedarme parado. Tengo que continuar mi misión. La misión de predicador es algo que me sale con naturalidad. La enfermedad no puede ser un impedimento para hablar de Dios y compartir la vida.

Este es el sentido más auténtico de este proyecto de esperanza. No es la vanagloria la que me impulsa a hacerlo, sino la vocación a la cual me siento llamado. Ahora he de vivir con una andadora arrastras, para poder caminar. Cuando me canso me siento, y es como un servidor fiel. La llamo Gertrudis. Se ha convertido en parte de mí.

No podré ir en Navidades a ver a mi madre, ni a estar con mis hermanos. Las fuerzas no me dan para hacer un viaje tan largo. Mañana mi madre, Pura, cumple 91 años. Y espera que alguien la recuerde y la tenga presente, la vayan a visitar, o la llamen por teléfono, Como cada día desde hace 8 años, la llamo dos veces para paliar su soledad. No me cuesta nada hacerlo. Hablamos de lo que hacemos, de lo que hemos comido, y de cómo está el tiempo. En breve le haré la llamada que tanto espera. Ahora mismo me acaba de llamar, creo que me he retrasado un poco. Así que he de despedirme.

Cuiden sus hogares, de los suyos. Llénense de ternura, y hagan lo posible por ofrecerse el perdón.

Con alegría y esperanza, pasen una buena tarde.

Fray Alexis de León, o.p.