LA ERA DE LOS COMIENZOS
01.01.2025

Por lo general, damos por finalizados los años, los días, los meses… con ellos también llegan a su fin la vida, las relaciones, los trabajos, las vacaciones.
Los sentimientos que suscitan los finales son diferentes en cada situación, aunque el que más aparece es el de la tristeza. Yo, personalmente, no vivo triste. Al contrario, a pesar de mi fragilidad, siento que he logrado un cierto equilibrio en mi interior y ya puedo sonreír y puedo mostrar alegría; con ello, también puedo sentirme feliz.
Iniciar algo en la vida, emprender o comenzar un camino diferente es todo un reto. Me gustan los retos, dan aliciente a la vida, y hace que la monotonía se disipe por el camino de la alegría.
En todo comienzo hay que mirar algo importante: las cosas que vienen de Dios. Jesús cuando hablaba con Nicodemo, le hacía en su diálogo caer en la cuenta de la importancia de nacer de nuevo. Vivir no es estar siempre igual, repitiendo los mismos pasos cada día. Vivir ha de tener unas coordenadas de cambio que permitan ver la existencia desde otra perspectiva: la mirada de Dios.
Hace unos días, un amigo médico, me hacía comprender que Dios está queriendo decir algo con mi vida y mi enfermedad. No hay mucha gente que resista tanto tiempo como yo, viviendo la enfermedad con tanta fortaleza, merecedora de admiración. Quiso decir que en mi situación la vida parece un milagro.
Con ello no busco la alabanza, ni el reconocimiento. Pero es lo que me digo cada mañana cuando aún puedo despertarme en medio de la fragilidad. Ni siquiera creo que yo tenga algo que ver con la continuidad de mis días. Tan sólo quiero mostrar mi vida con la fe que dispongo cada día.
