Cada mañana tiene su propio afán.
En el amanecer se precisa algo de la presencia de Dios, algo de su presencia de
amor. Ninguna mañana resulta igual si la miramos de frente. Contiene la
frescura de Dios si desde nuestra humilde mirada contemplamos la vida a ritmo
de la creación. Será nuestra alabanza y bendición la que pondrá una nota
diferente a la armonía del levantarse, pues con ella hacemos consciente cómo
actúa Dios en mi vida.
Muchos seremos señales de su
presencia, muchos cubriremos de amor cada encuentro fraterno, muchos
iluminaremos el mundo destilando el rocío divino cada mañana.
En la lectura de hoy, en la carta a
los Hebreros 13,15-17.20-21. Se nos recuerda cuáles son los sacrificios que
agradan a Dios: Hacer el bien y la ayuda mutua.
Últimamente me fijo en pequeños detalles
cuando salgo a la calle. Antes no caía en la cuenta de ellos. Ahora cuando
salgo lo hago en sillas de ruedas. Se ven distintas las actitudes de los viandantes
que me hacen reflexionar en el día de hoy. Por lo general existe una actitud de
respeto compasivo antes quienes me ven aparecer, dejan paso para que pueda pasar
sin dificultad y procuran ayudar para que mi seguridad sea mayor.,
También hay ocasiones en las que te
encuentras atrapado en un nudo. Los que vienen detrás no paran, los que están
delante no caminan, los que están cerca de tu presencia se adelantan a mi paso
para que yo no sea un estorbo a su ritmo de andar. Es un estrés añadido a la
búsqueda de bordillos en las aceras para pasar por el lado más seguro y
adecuado a mi actual circunstancia.
Muchos de los viandantes muestran el
bien y la comprensión en mi actual situación. Además, procuran ejercer lo que
la carta a los hebreos nos pide como sacrificio agradable a Dios: La ayuda mutua.
La gente ayuda, y no es noticia. Me resulta admirable lo que la gente te muestra
en la calle, aunque a veces no es consciente de quien tiene la preferencia en el
paso.
Hay buenas entrañas de amabilidad
al paso de mi silla. Hay gestos de solidaridad cuando a veces parece que
estorbo en el camino de un viadante. Nadie te hace sentir un sobrante del
sistema.
Gracias por permitirme caminar de
manera diferente
Fr. Alexis González de León, o.p.