Aunque soy de los que dicen que a mí el cáncer me ha dado más de lo que me ha quitado, porque con él reconozco en mí una mayor profundidad, la serenidad se vuelve un lenguaje y el coraje un estilo de vida. Es cierto que con el cáncer suceden muchos cambios.
El primer cambio es el cese de actividad que de progresivo pasa a ser continuo. No siempre se tiene la ocasión de inventar la vida. Con esta página, cuando la inicié, fue una manera de inventarme. No podía resignarme al mero cese de actividad. Lo haga bien o mal, sigo en la lucha mostrando al mundo una manera de encajar la enfermedad. No puedo quedarme amilanado en la inactividad que te somete la enfermedad. Por eso, opté por escribir, orar y cantar.
Escribir para que todo cuanto de frustación provoque la enfermedad salga fuera. Escribir me mantiene en la objetividad, lejos del lamento en el que me puede situar el mero hecho de estar enfermo y cada vez más frágil
Orar para adquirir una mayor fuerza interior y coraje para vivir lo que me quede con mayor sentido. Por eso, hay muchas cosas a las que ya no doy importancia. Me ocupan otros menesteres que me llaman con más urgencia.
Con el canto se puede embellecer la vida, se puede distraer la mente, y situarla en un estilo de pensamiento no agresivo, ni autoagresivo que me invite a la tristeza o a la nostagia del pasado, cuando mis fuerzas estaban indemnes.
Escribir, orar y cantar dan al alma otro rumbo, otro cariz, otra forma de ver las cosas desde la fe que uno profesa. El cáncer nos puede situar en lo catastrófico: aquí se acaba todo, me quedan tantos meses de vida.También nos puede situar en un falso positivismo: hay que ser positivo, todo va a salir bien. Escribir, orar y cantar nos saca de esas visiones erráticas de la realidad de la enfermedad. Ni es tan catastrófico, salvando las situaciones terminales, ni uno puede entrar en un trance místico en el que crea que todo saldrá bien, o en el deber social de que hay que ver la vida con positividad.
Desde mi experiencia, son frases que pueden más molestar que animar. No se trata de la mente, se trata de la existencia. Cuando tienes cáncer tienes la vida en tus manos, tu existencia en tus manos. Cada paso es elegir conscientemente que la terapia o las indicaciones de los oncólogos son las correctas, por muchas dudas que surjan. Cuando tienes cáncer tienes en tus manos cómo afrontar cada día, y sopesar el coraje con el que vas a vivirlo. Cuando tienes cáncer, la vida se pone de lado, como cuando caminamos juntos con un amigo.
Es curioso, hemos pasado de una conciencia pecadora, a una conciencia de la culpa. Lo digo, porque los médicos te pasan consulta, y casi siempre es el enfermo el que tiene la culpa porque no sigue una vida sana, o no cumple con lo pautado por los médicos. Hace 10 años tomaba a penas 5 fármacos diarios, ahora tomo más de 12. El médico, cuando ve que mi receta parece una sábana, me echa la culpa de tomar tanta medicación, sin acordarse para nada de que fue él quien estimó que era necesario que tomara tal o cual mediación haciendo crecer el tamaño de la sábana.