CANTAR CON LA ESPERANZA

10.02.2025

Dice el dicho que quien canta sus males espanta. Yo por mucho que lo hago, no logro espantar mi mal, sólo he logrado convivir con él. No es poco ese logro. A muchos les parecerá una simpleza, pero lograr convivir con la fragilidad, viendo mermadas las fuerzas de una manera progresiva, y mantener, en cierta medida, un estado mental saludabe es una meta conseguida con buena nota.

Podría pasar los días lamentándome de lo que no he hecho, o de lo mal que lo hice en épocas pasadas. Sinceramente, eso no sirve para nada. Sólo para machacarte más los ánimos y alimentar un estado depresivo. No es mi caso.

Esto tiene mucho que ver con la fe que profeso, la vida que he escogido y que amo y la realización de mi vocación como predicador en cualquier circunstancia.

Hace 5 meses comencé este proyecto, justo cuando el cáncer me dejó sin fuerzas para realizar las labores que la comunidad a la que pertenezco me encomendó. Me dije: «Si el cáncer me cierra una puerta para la predicación, abriré otra que se ajuste a las posibilidades de mi fragilidad». El cáncer desde agosto de 2024 ha ido creciendo en mi cuerpo dejándome sin fuerzas hasta quedarme prácticamente comprometido con una silla de ruedas.  He comenzado la etapa de cuidados paliativos, los calmantes y las drogas crecen en mi receta, pero mi cabeza sigue funcionando. Yo diría que mejor que antes.

Ha crecido en mí una cierta libertad de pensar y actuar que antes limitaba, por pararme demasiado en la mirada y en el pensar del otro. De alguna manera, muchas de las cosas ahora las veo no con relativismo, pero en su justa medida,  ya no tienen tanta importancia en mi interior. Considero muy simples las cosas que suceden alrededor y me digo que muchas no merecen prestarle atención. Mi pensamiento ahora se ha vuelto selectivo, no quiero, ni debo reducir mi vida a simplezas.

Por eso, canto cada día. Dios siempre es más grande e importante. Dios cabe en mi nuevo proyecto de vida, aunque ésta sea frágil. Por eso, también oro. El diálogo interior me ayuda a depurar, oxigenar y ampliar mi mirada sobre la vida, mis hermanos y Dios.

Fr. Alexis González de León, o.p.