A MEDIAS CON LA VIDA
20.02.2025
Si tuviera que expresar cómo me encuentro hoy diría: A MEDIAS CON LA VIDA. Digo a medias, porque mis fuerzas no están enteras,la fragilidad va venciendo, lo mismo que el cansancio y la ensoñación.
Me refiero a mi estado físico. A penas puedo andar 100 pasos seguidos. La silla se está convirtiendo en mi mejor compañera.
Se puede vivir a medias con la vida cuando uno no le imprime a la misma todas sus fuerzas, toda su energía, toda su fe, todo su coraje, toda su esperanza y todo su amor. Digamos que vivimos a medio gas.
No es la misma situación. Yo quisiera dar más de mi mismo, pero la fragilidad me ha limitado con gran agresividad.
Hace unos días, me acerqué al río Pisuerga, para contemplar el agua fluir. Hacía mucho tiempo que no me daba ese paseo. Esta vez corto, ya que hay que buscar los bordillos de la acera más adecuado para la silla de ruedas. Y disoponer de una mano amiga que acompañe el trayecto. Me decía qué cosa tan sencilla tiene la vida como esta, contemplar el agua fluir. Sin embargo, ahora es una excursión extraordinaria en mi caminar diario. Ya no puedo ir con tanta frecuencia que antes.
Hay otra razón que me sostiene en esta situación de «a medias con la vida». La enfermedad parece estable, pero yo no. Los dolores de espaldas, sobre todo por la noche son considerables, la medicación no termina de ayudar a paliarlos, y las noches son largas e inquietas: Del sillón a la cama, de la cama al ordenador, del ordenador otra vez a la cama, hasta completar el círculo diabólico de la desesperación.
A pesar de todo, sigo teniendo una fuerza interior importante, una fe que perdura en la adversidad y una esperanza que se mantiene firme en la tribulación. Mientras la pregunta ¿Porque me quiere Dios así? ¿No sería más fácil llevarme consigo y ya? En alguna ocasión escribía que me sentía viviendo un intermedio como los que se ponía en el cine o en la tele para la publicidad. Aunque no publicito nada, sí creo que mi testimonio pueda ayudar a muchos en situaciones de adversidad.
En estos momentos no puedo controlar mi cuerpo, parece que camina a su capricho. Pero sí puedo disponer del hacer, del sentido de vivir esta situación con esperanza, con alegría y con paz.
Fr. Alexis González de Le´ón, o.p.
